martes, 10 de junio de 2014

La caja fuerte de Letizia Ortíz

de Pilar 



Hola a todos. Ah, llega el otoño, los días acortan, las hojas, amarillentas y quebradizas, tapizan la tierra húmeda, y se nos echa encima la época de la vendimia, aquella en que las uvas más chuchurrías deberán ser arrojadas al gran lagar de la ira de Dios. Jolines, como estamos hoy, se ve que la astenia equinoccial nos pone apocalípticas, o será el calorraco que no cesa. 

Vamos a centrarnos; después de varios meses de arduas investigaciones, estamos en condiciones de dar respuesta a algunas de las preguntas que han roído nuestros cerebros desde hace ya casi un año, desde aquel alquitranado día de infausto recuerdo en que se nos notificó con cara de poker y en plan hecho consumado El Nakbe, La Catástrofe. Estas preguntas son ¿por qué, por qué, por qué?, ¿por qué se nos brindó ese lamentable y tragicómico espectáculo el día de todos los santos?, ¿por qué se nos pretendió vender besugo adobado y sardina rancia del Cantábrico a precio de caviar beluga?, en resumen, ¿por qué se dio la noticia como se dio?.

Y la respuesta es tan simple como indignante; fue Letizia la que filtró a los medios la información. Sí, exactamente, por eso cayó el anuncio el día de autos como una losa, por eso pilló a todo el mundo desperdigado y en paños menores, por eso asistimos atónitos y al borde del vómito a toda esa retahíla de situaciones absurdas, de crónicas y rumores y revelaciones y desmentidos que de forma tan ridícula y patética sucedieron al primer golpe fatal. Tico Medina, las Campos, y unos cuantos más, recibieron a través de ¨amistades¨ íntimas de la princesa (no, ninguno era Urdazi, su lealtad estaba con el ¨aparato¨, y aunque es sin ninguna duda un romántico empedernido, el exigirle correr tantos riesgos hubiera sido quizás pedir demasiado, de hecho, de estas amistades ninguna pertenecía a TVE 1), recibieron como decimos datos suficientes para llegar a la duda razonable de que la dama misteriosa con la que andaba liado el príncipe era la susodicha presentadora ¨de raza¨. 



Letizia, haciendo honor a la tradición de innumerables concubinas ilustres a lo largo de la Historia, decidió pues jugárselo todo a una carta, a doble o nada, porque interpretó que Felipe ya estaba maduro y que era entonces o nunca, temía que de alargarse la cosa pudieran acabar estropeándosela, (os haréis cargo de que, tanto la Reina como unos cuantas cabecitas pensantes más rezaban cada noche el Jesusito de mi Vida para que, de algún modo, esto no fuera más que un mal recuerdo). A todo esto, su ex Tejera en Babia, sin maliciarse nada, el pobre fue prácticamente el último en enterarse, un par de horas antes del anuncio oficial, pues la princesa aun le necesitaba como ¨pito¨ al que recurrir si se malograba su órdago, (disculpadnos, no sabemos jugar al mus), y en la misma llamada Letizia aprovechó para comunicarle el fin de su relación y la no negociable necesidad de ser discreto. Y en cuanto a la corte de cortesanos, o sea, las gallinetas y mariposazos de turno, esos no necesitaban por supuesto más allá de una ¨duda razonable¨, o incluso irrazonable, para soltar la bomba. 

Y la soltaron, si bien a medias, pero la soltaron y de ahí todo lo que vino después; la lamentable y gozosa primicia extendiéndose como el aceite más viscoso mientras la gente volvía de los cementerios, los lapsus en la biografía oficial de la futura princesa, (total, ¿que importancia tienen una boda por lo civil y un divorcio más o menos en el pasado de la futura reina católica de España?), las aturulladas presentaciones audiovisuales montadas sobre la marcha, y, en los días que siguieron, la kafkiana tapadera de la cena de Erquicia, claro, cuando se dieron cuenta de que esa explicación hacía parecer La Celestina una versión políticamente correcta de Los Mundos de Yupi, no les quedo más remedio que dar marcha atrás, y aquí nadie sabía nada, ni quien, ni donde, ni cuando, ni como, ni, sobre y ante todo, por qué, por qué, por qué, por qué...solo sabían que Letizia era la mejor periodista de habla hispana de los últimos quince milenios, aun cuando no hubiera escrito nunca ni una fe de erratas, que los iletrados y atrasados moradores de esta piel de criadillas de toro, súbditos en régimen de soberanía, debíamos estar agradecidos a nuestros Campechanos y Sacrificados Príncipes por haberse dignado a modernizar la Monarquía, y que la sacrosanta boda, la más onerosa y represiva boda del milenio, era una conmovedora, sencilla y extasiante unión por amor. 



Como hemos oído escribir alguna vez a una de las merodeadoras de estos bosques de Sherwood virtuales, fue todo tan hermozo...y lo de La Caja, ¿qué nos decís de lo de La Caja?; como ya comentamos en su día, los dos secretos inconfesables que guarda en su seno son, por una parte, el motivo alegado por Guerrero para solicitar el divorcio, las supuestas ¨presuntas¨ infidelidades de su ex esposa, y por otra, mucho más grave, si cabe, el hecho de que dicho divorcio no fuera realmente concedido sino bastante después de que el compromiso regio se hubiera proclamado ya a los cuatro vientos; debido a la terrible confusión de los primeros momentos, pasaron incluso días antes de que alguien pensara en ello y se ocupara de cerrar toda esa inadmisible desvergüenza bajo siete llaves...en fin, que os vamos a contar, se acerca la primera onomástica de esta Farsa, y es de suponer que habremos de regocijarnos y felicitar a nuestros Monarcas; la memoria libra una eterna batalla con el orgullo, según Nietzsche, que en nueve de cada diez casos gana el segundo, de modo que, puestas así las cosas, pues nada, Muchas Felicidades, Altezas, el pueblo llano se congratula y viaja más feliz en el Metro sabiendo que Doña Letizia disfruta de un feliz y delicioso momento de plenitud y equilibrio emocional en esta felicísima etapa de su alborozada vida. Feliz, felicísimo Aniversario, y que Viva la Felicidad.

Tomado de María de Rumanía






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